El iceberg A23a, considerado el más grande del mundo, se está desintegrando rápidamente en las aguas cercanas a la isla subantártica de Georgia del Sur. A pesar de mantener una superficie considerable de 3.100 kilómetros cuadrados, ha perdido más de 360 kilómetros cuadrados en solo dos meses. Las imágenes satelitales de la NASA muestran la fragmentación del iceberg, con numerosos icebergs pequeños visibles, algunos de los cuales miden al menos un kilómetro de diámetro.
La desintegración de A23a se aceleró después de que el iceberg quedara atrapado en una plataforma submarina poco profunda desde marzo del año anterior. Su posición actual fuera de las aguas frías antárticas y las temperaturas más cálidas están contribuyendo significativamente a su desintegración. El proceso de “calving” o desprendimiento de hielo es evidente: pequeños fragmentos de hielo se desprenden del borde del iceberg, reduciendo su área total.
Según un informe, A23a se separó de la plataforma antártica Filchner en 1986 y mantuvo su estabilidad durante años gracias al frío extremo de la región antártica. Sin embargo, al desplazarse hacia el norte, entró en contacto con corrientes oceánicas más cálidas, lo que aceleró su desintegración. Uno de los bloques desprendidos, denominado A23C, es lo suficientemente grande como para tener su propio nombre.
La desintegración del iceberg no solo altera su apariencia visual, sino que también tiene implicaciones para la vida marina y las rutas de navegación. Los fragmentos flotantes pueden representar un peligro para los barcos, y su proximidad a los hábitats de los pingüinos suscita preocupaciones entre los científicos sobre posibles perturbaciones en su hábitat y rutas de alimentación.
El destino de A23a está prácticamente sellado: se prevé que su desintegración completa requerirá meses o incluso años. La continua fragmentación del iceberg tendrá un impacto en el ecosistema circundante y en las rutas de navegación en la región.
